Distancias.
Los ojos se inundan.
Una sonrisa se desdibuja.
Por un instante,
las distancias se acortan.
Y ahí es cuando afloran,
en una intensidad estrepitosa.
¿Son ellas las que nos dejan
varados
en lo imposible?
Y luego
esa calidez que se siente
cuando el recuerdo,
caprichoso y arrogante,
atraviesa fuerte.
¿Cómo se controla
semejante dulzura?
La mente grita.
El pecho bombea
río turbulento.
Y yo me quedo acá.
Atrapada
en la vorágine
de un amanecer sin comienzos.
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