Volver a casa.

Había escrito sobre "volver a casa". En el momento, mientras escribía, algo de aquella idea me había resultado extraño. No pude entender bien qué, ni tampoco por qué, entonces simplemente decidí dejarlo pasar, como si fuese una sensación carente de sentido e importancia.
Pero luego, buceando en una de las tantas reflexiones nocturnas, caí en la cuenta de que no tendría "casa" a dónde "volver", si verdaderamente quisiera. 
Sentí una profunda sensación de desarraigo. Sentí que no soy de ningún lugar, que no pertenezco a un espacio específico, que no hay "casa" en verdad. 
Pensé en la casa de mis padres. Me ví en aquel lugar, intentando recordar cómo se sentía. 
Afloró en forma de recuerdo lejano. Muy lejano.
En este presente, esas cuatro paredes dentro de las cuales solía vivir, no me invitan a habitar un sentimiento de pertenencia, aunque tal vez sí generen algo de nostalgia.
Me atreví entonces a preguntarme qué significaba "casa" para mí. Y me quedé muda, mirando al cielo casi despojado de luces, sin saber qué responder.
Más tarde, sumergida en aquel silencio, recordé mi verdadero historial. Y fue claro. Fueron varios los años en los que he vivido de forma prácticamente nómade (sin ser realmente consciente de ésto) con una mochila en la espalda y algunos libros bajo el brazo, saltando de lugar en lugar. Y a raíz de ésto, pude ver con mayor claridad que no hay lugar físico al que pueda llamar Casa.

Pero esta tarde sucedió algo curioso que me hizo reflexionar aún más, mientras relataba este nuevo descubrimiento: una pequeña araña apareció súbitamente caminando sobre mi cuaderno, interrumpiendo así mi escritura.
Me quedé observándola unos instantes, y de repente me ví reflejada en ella: siempre construyendo un espacio (provisorio) en lugares que no son suyos. Ella simplemente está ahí, habita, y luego se va. Pero aunque que no pertenezca a un solo lugar, pareciera que pertenece a todos, porque en cada uno de ellos puede construir su hogar, un hogar que incluso nace de su propio cuerpo.
Y pensé que tal vez de eso se trate la vida. O al menos, la mía. No ser de acá, tampoco de allá, pero quizás sí tener la libertad de llegar, habitar, construir, para más tarde partir. 
Concluí que Casa sólo me significa cuatro paredes con un techo, y que pueden existir muchas a lo largo de esta experiencia, en las que puedo construir un espacio para mí, al menos por un ratito. Pero también que, al final, no tengo más Hogar que mi propio cuerpo. Así como la araña. Y aunque ésto último parezca poco, es mucho en verdad.

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01.01.2021