Sin título.

Era mediodía, y no pude hacer otra cosa más que tirarme de cara al pasto con los brazos abiertos, permitiendo que el sol me abrazara tanto como yo a la tierra.
En este año tan raro, a veces es lo único que el cuerpo puede hacer. Y eso, así, también está bien. 

De repente fue posible caer en la cuenta de que tanto encierro puede habilitar una nueva mirada sobre lo ya conocido, y que es ahí donde la Maravilla acontece: lo que antes pasaba desapercibido, ahora está teñido por el color de lo desconocido.

Se redescubre así hasta el suelo verde que se pisa: un mundo microscópico moviéndose en un ritmo propio y constante, rebosante de vida. 
Y me redescubro entonces a mí misma, siendo parte de ese Movimiento, ya no tan lejana, ya no tan enajenada.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

01.01.2021