Ciudad II.
Supe lo que era el placer
cuando finalmente te conocí
sola y libre
Cuando me sentaba a contemplarte
en un atardecer
de la mano de un mate y mil suspiros
Cuando me convidabas vino de aquellas copas solitarias
en las noches tibias de verano
mientras hacías que toda esa sensualidad subiera revoltosa por mi espina
hasta despojarme de cualquier ropa
Cuando me regalabas los amaneceres de borrachera volviendo a casa
junto a alguna compañía
con besos húmedos y risas contagiosas
guardados bajo la complicidad de la manga
Y te extraño
Pero lo que más extraño
es la libertad que me ofrecían tus calles
llenas de romance e historias infinitas
de éste y otros tiempos
Y no dejo de extrañarte,
aunque ya no seas la misma
y yo tampoco.
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