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Mostrando las entradas de septiembre, 2022

Otro amor, pero distinto.

Encontraste lo que buscabas y tu cuerpo epiléptico silenció en la mitad de ningún lugar y en todos los lugares en este tiempo de estar siendo en todos los tiempos al mismo tiempo Y encontraste lo que buscabas y comenzaste la transformación de hacer tangible lo intangible transformación una alquimia divina  de la misma existencia Y no forzas el flujo del caudal lo dejas que sea como quiera porque sabes que así se debe jugar y tu cuerpo calmo emergió entre ramitas verdes y flores  de tanto que te sanó Y en el encuentro vibraste todo lo que tenías ganas de vibrar y perdiste el control del control y lo celebraste con un movimiento suave y cantaste sola y bajito como cantándote sólo a vos pues descubriste que así es mucho mejor Y ganaste el control del sin control y más espacio para dibujar y en el tiempo en el que la linealidad se desvaneció aprendiste a flotar  con los pies acariciando la tierra a sonreírte y besarte en cada espejo y a estar siendo entre ramitas verdes y flores de tanto q

Corazón.

Los vestigios de los hechos pasados las memorias de un tiempo muerto pero vivo en alguna parte del cosmos de mi cosmos me dicen hoy que el presente siempre siempre lleva a buen destino si se camina  con el corazón en la mano pues hoy después de tanto puedo ver que ha llegado lo esperado: un sol un hogar sur apuntando al norte y ese amor ese inefable amor que todo lo hace mejor. 24 de Marzo, 2021.

Retrato de una partida.

Lo lamento, me dijo al ver mis ojos desorbitados de sorpresa. A ella siempre le resultó sencillo despedirse cuando ya no sentía quedarse. La conocía bien, y no era como yo, que me lamentaba siempre en un largo llanto por lo que no pudo seguir siendo. Ella era libre y se amaba enteramente. Algo que todos deberíamos hacer. Pero tenía algo que, por ser tan visceralmente intensa y libre, lo hacía un poco difícil para quienes deseábamos amarla: prometía cosas que luego no podía sostener, aunque quisiera realmente. Prometía un amor que, con el tiempo, parecía desvanecerse. Y no era que mentía cuando lo decía. Ella siempre fue real. Siempre sintió en demasía, y lo expresaba sin restricciones. Pero el amor parecía serle arena entre sus manos. Fina, cálida, suave y blanca arena entre sus dedos de artista. Lo lamento, me dijo y me acarició la mejilla izquierda y la besó. La izquierda, como si así doliera menos su partida, como si esa caricia pudiese suavizar el corte profundo que sus anteriores