Esta tarde el Sol iluminaba dorado. Había viento muy agradable, proveniente del Norte. Parecía que cada vez que inhalaba, el aire entraba a mi cuerpo por cada poro existente en él. Lo sentía abundante, como el cielo sobre mi cabeza cada vez que lo buscaba levantando la vista. Mamá cortaba el pasto con esa máquina ruidosa y yo lo juntaba rastrillando con los dedos, acariciando amablemente el suelo. El pasto y los tréboles parecían limpios. Las lluvias de los días anteriores los habían lavado, y mis manos sentían placer al tocarlos; todavía estaban húmedos. Ella cortaba, yo juntaba. Observaba mientras el espacio verde. Imaginaba una futura huerta en un costado. Pensaba en cuánto tiempo le daría el Sol durante el día y que podría ser ese el lugar ideal. "Me gustaría un naranjo más acá", dijo papá acercándose, al verme observar esa parcelita de tierra. Creo que sabía lo que estaba pensando. Recordó y relató tiempos de su infancia, en los que salía al patio de la casa de su abue