Entradas

Mostrando las entradas de septiembre, 2020

Recordatorio. Parte X.

Imagen
No perder esperanzas incluso cuando el desdén golpee la puerta pretendiendo encontrarnos  con los brazos cansados Si sabemos que es lo justo: abrazar el sentido que nos brinda el presente encontrar paz en la quietud y el silencio como esa flor que al igual que nosotrxs florece en medio de sus propias cenizas Sabemos bien que toda semilla necesita tiempo para convertirse en verde  y finalmente brotar No olvidar que  aunque todo sea difícil seguimos estando ahí para nosotrxs agarraditxs de la mano Juntxs.

Un recuerdo.

Tus brazos te envolvían abrigándote aún más bajo aquel poncho colorido Decías que así te mantenías más calentita Y era verdad El brazo izquierdo rodeando las costillas el derecho cruzando el pecho, hacia arriba y la mano abierta sobre el hombro Y así te contenías, lo sabías muy bien y por eso lo hacías Y caminabas por la calle, sonriendo Sentías tu cuerpo, tu piel, tu respiración cada movimiento con una tibieza enredada en una caricia propia  que sólo vos conocías Y ese era tu secreto secreto oculto bajo aquel poncho colorido Y así caminabas por la calle, sonriendo sonriéndote abrazándote.

¿Qué son?

Me pregunto si durante las noches los sueños no les atacan y les hacen despertar en las madrugadas de un salto lleno horror, envueltos en agitación, sudor y pánico. Me pregunto si durante los amaneceres no se les retuerce el pecho o el estómago, cuando abren sus ojos y se levantan de la cama para comenzar un día más de la mano de la destrucción. Me pregunto si durante las tardes los mates que comparten no les saben a putrefacción y muerte y si no sienten náuseas cuando se percatan que ese sabor es consecuencia de sus propios actos. Me pregunto también si durante la puesta de sol, el color naranja rojizo que ven a través de esa cortina de humo que les irrita tanto la vista, no les aprieta y llena también la garganta de culpa. Me pregunto si es que sienten al menos algo, si es que verdaderamente son humanos.

Inquietud quieta.

Imagen
La luz tenue que entraba por la ventana teñía el lugar, agregándole aún más nostalgia a todo el asunto. No fue fácil para esa alma inquieta atar sus pies. El anhelo de caminar despreocupados era como la maldita piedra en el zapato que molesta hasta el hartazgo y que incluso duele porque lastima, si no se quita rápidamente. Sus manos, ya un poco agarrotadas, buscaban la forma de aliviar tensión a través del arte, porque volar su cuerpo ya no podía y el arte le sanaba algunas rigideces. Aunque nunca era suficiente. Y así se sentó a la espera de un futuro que llegaba a sus ojos con cada segundo que pasaba. Ese futuro, ese presente, aunque ahí estaba, no era el que deseaba, pues no veía en él algo distinto que la motivara a ponerse de pie y por lo menos bailar. Y se quedó sentada, esperando, esperando, esperando. Qué más podía hacer, se preguntaba, si afuera todo seguía prohibido. Y la luz tenue que entraba por la ventana se hacía aún más tenue, y ella seguía ahí sentada, esperando, espera

Duelo.

Amor es todo Separarse de lo que se debe ir es duelo Y yo no me imaginé que nacer iba a angustiar tanto Ahora entiendo mejor porqué cuando una nace, llora entiendo porqué cuando una pare también llora En cada nacer hay una separación inminente de cuerpos que no se conocen si no son junto al otro Entiendo que para que nazca debe haber muerte y que todo aquello se llama Duelo porque eso es justamente lo que hace Doler.

Sin título.

Era mediodía, y no pude hacer otra cosa más que tirarme de cara al pasto con los brazos abiertos, permitiendo que el sol me abrazara tanto como yo a la tierra. En este año tan raro, a veces es lo único que el cuerpo puede hacer. Y eso, así, también está bien.  De repente fue posible caer en la cuenta de que tanto encierro puede habilitar una nueva mirada sobre lo ya conocido, y que es ahí donde la Maravilla acontece: lo que antes pasaba desapercibido, ahora está teñido por el color de lo desconocido. Se redescubre así hasta el suelo verde que se pisa: un mundo microscópico moviéndose en un ritmo propio y constante, rebosante de vida.  Y me redescubro entonces a mí misma, siendo parte de ese Movimiento, ya no tan lejana, ya no tan enajenada.

"Feo día".

Y qué con las tardes lluviosas "¡Qué día tan feo!", escucho a alguien exclamando por ahí Pero no entiendo, señora. ¿Por qué lo cataloga como "feo"?  Y me siento sobre el almohadón, en el piso Frente a mí, mi cuaderno y mi mesita-cajón de madera A mi derecha, la taza marrón con café y una fluorita Desde arriba escucho que se desprende una música: el sutil impacto de infinitas gotas sobre el techo Alzo la mirada y me encuentro con un cielo enteramente gris lo veo a través de la ventana y cortinas blancas y una luz tenue que entra como reflejo e ilumina pálidamente la habitación Veo el pasto mojado, y su aroma que emana verde y aquel árbol, cuyas ramas danzan sincrónicamente lento con el viento Más acá, los dedos de mis pies tan fríos pero mis manos y pecho tan tibios Y me quedo observando, reposando en un vaivén de pensamientos que pasan por adentro como si fuesen simplemente ajenos Una escena hipnótica, y el tiempo que se detiene plácidamente en el presente Las emoci