Náusea.
Hay algunas (pocas) situaciones que me causan náuseas. Pero de esas náuseas que no pueden siquiera concebirse, de tan terribles que resultan. Son náuseas tan nauseabundas que impresionarían a quien me viera tenerlas; estoy muy segura de que le daría tanto asco como a mí, o incluso tal vez más. Pero hay una en particular, una, que es de las que más repugnancia me dan: la hipocresía en el amor. Es algo que me sucede muy instantáneamente - y no puedo explicar por qué - cuando la veo de frente y bien clara. Y es así como acontece esta experiencia: toda sensación amorosa que podía estar sintiendo previamente a verla, se desplaza en una especie de rapto repugnante desde mi centro hacia mi estómago, para transformarse rápidamente en la náusea más repulsiva que alguna vez haya sentido. Ya alojada en mi estómago, la náusea llega a su pico más desagradable de todos. Tan desagradable es, que se vuelve incontrolable dentro de mi cuerpo, y es en ese preciso momento cuando se convierte finalmente