En pequeñas dosis lo leo. En verdad, son pequeñas. Y es que estas imágenes, bellísimas imágenes que tantas memorias revelan, me estrujan un poco la garganta, me alborotan otro poco el corazón, y hacen que brote una gotita o noséqué de mi ojo izquierdo. Bueno, también del derecho, no le voy a mentir. Hay algo en sus palabras, o en su forma de ordenarlas, que me conmueven. Tal vez sea porque usted sabe bien cómo hacerlas vibrar cuando las escribe, y todas esas chispas que con ellas genera - y en ésto le pido que me crea, por favor -, trascienden todos los tiempos y espacios, llegando hasta este día, a esta hora, a esta habitación, y a este cuerpo, desatando en él una efervescencia emocional, de la mano de cierta nostalgia. Diría entonces que sus palabras, además de ser bellapoesía, despiertan bonitos estados de sensibilidad en este cuerpo. Y es por ésto que comencé a tomarme la lectura de sus escritos con más calma. Son muchos, sí, y realmente ansío leerlos todos. Pero